Beniardá, a 30 Kms de Benidorm

Horizontes más allá del mar

Eusebio Sempere (Onil, Alicante 1923 – 1995)

Subimos las escaleras de un negocio en Beniardá, un pueblo de montaña “Queríamos encargar una paella para las tres y media, de magro y verduras, para dos”¿Qué, de paseo? Íbamos con el bastón y las botas de montaña y no teníamos escapatoria, “Sí, vamos a dar la vuelta al pantano. Tres horas más o menos según nuestra Guía de senderos de la provincia de Alicante» “No es para tanto”, nos contestó la señora con esa sabiduría que da el desconocimiento de las guías. “Antes de partir, por favor, nos pone una caña y un vinito para comenzar bien el camino”, “Se lo pongo rápido que tengo que preparar 35 bocadillos para una peña ciclista que viene desde Benidorm y están a punto de llegar”. Es una mujer mayor de aspecto pulcro y agradable. Nos sirve la consumición y se mete en la cocina, que no es más que la prolongación del mostrador pero oculta a los clientes. Nos deja confiada, solos en la barra.

Emprendemos esta marcha por tercera vez. Cuando viajas, puedes optar entre la aventura de conocer algo nuevo o de volver a recrearte en lo conocido. Elijas lo que elijas, siempre descubres. Éste un espacio natural precioso, nuestra guía lo titula: Alrededor del Embalse de Guadalest: la joya esmeralda de Alicante. La zona es montañosa, la sierra de Bernia y las aguas del pantano son de color verde esmeralda. Es una ruta de nueve kilómetros, un camino circular rodeado de altas y peladas montañas. Grises y secas, que a sus pies están los algarrobos, los nísperos y los limoneros. A treinta kilómetros, el mediterráneo y sus playas.

A la salida del pueblo, vemos a un lugareño subido a una escalera que se pelea con las ramas altas de un árbol y con una larga vara metalizada » ¿Qué recogiendo almendros?» “¿Almendros? Qué va, los almendros se recogieron en julio. Éste es un algarrobo “¿Y, para qué sirven los algarrobos?” “Para alimentación animal y como ingrediente natural para conservantes. En Castellón hay una industria considerable del algarrobo. Aunque yo a éste le voy a dar pronto el finiquito”.

“La Terra ningu la vol. Nadie quiere la tierra, no da dinero, pero además nadie quiere trabajarla, prefiere estudios”. Sentencia la señora del restaurante, pasando del valenciano al castellano con total naturalidad. ¿Veo que les ha gustado la paella? El recipiente no tenía ni restos del socarrat, esa capa tostada que suele quedarse adherida a la paellera. “Estaba exquisita señora, nos ha encantado. Guisa usted de maravilla”. “Somos unos 200 habitantes pero la mayoría de sesenta años para arriba. Es una tristeza ver las calles, solo hay 12 niños en la escuela y dos maestros. Antes había 70 matrimonios emigrantes de otras nacionalidades, ahora solo quedan dos. Sí, viene gente pero solo en verano, aquellos que sus padres han nacido aquí. Yo tengo apartamentos para alquilar, pero solo vienen para 15 días, están en las fiestas y se van”.

Durante los postres, baja la nieta de unos 9 años de los aposentos domésticos con el traje tradicional alicantino. “Pero bueno, la reina de las fiestas” Es lo primero que nos sale cuando vemos a la niña ataviada con un vestido largo negro, un delantal blanco y mantilla, y nos pasó lo mismo que al comenzar la marcha cuando confundimos el algarrobo por un almendro “Nooooo , es una dama de honor. Ella repite del año pasado ¡ menuda está de contenta!” “Pero que guapetona, la dama de honor” rectificamos. La madre, que es la que nos ha servido la paella, desciende también del piso superior, duchada y arreglada, “adiós que no llegamos a la ermita de Benidorm, desde donde sale la niña”.

 

La luz de la tarde desde el balcón

Nos quedamos solos en la sala. Y nos damos cuenta de que en este edificio hay varios niveles, varios horizontes. Del piso superior han bajado la hija y la nieta para una fiesta tradicional. Nosotros en el piso intermedio apuramos los cafés con los balcones abiertos donde se cuelan las montañas bañadas con la luz de la tarde, y en el nivel inferior, el bar con su mostrador, por donde pasan temporalmente viajeros senderistas y ciclistas agotados. A ras del suelo, Beniardá, un pueblo solitario en el mes de octubre. Privilegiado por las vistas de las montañas y del embalse, que tiene un color esmeralda. Todavía no sé por qué son tan bonitas esas aguas. Me meteré en Google para averiguarlo. Tiene que haber una razón, más allá de la belleza. Y, a 30 kilómetros, las playas, donde en verano se entablan tantas batallas por conseguir la primera línea.

Bajamos y pedimos la cuenta. Los dueños comen tranquilamente. “¿Cómo hace usted la sepia, esa que está comiendo su marido? ¡tiene una pinta!” “Hija, ajo y perejil, y un poco de aceite”. ¿Se la traen de la lonja?, “No ni mucho menos. Viene los lunes el pescadero con una camioneta de congelados. ¿Quieren un chupito de mistela?” 

Escena de la película Volver de Pedro Almodóvar

Perdón ¿Dónde está el servicio? Abajo, aquí todo son escaleras. Bajando a los baños me encuentro con una habitación pequeña y acogedora y descubro que es una peluquería. Hay una pila donde se lavan cabezas y un secador de pie. También un sofá, una mesa camilla cubierta con un mantel de ganchillo. Otro nivel más. Otro paisaje muy distinto al mostrador de arriba. Me acordé inmediatamente de Almodóvar y de la peluquería que aparece en la película “Volver” que tiene instalada Lola Dueñas en su propio domicilio.

Adiós, muchas gracias por todo.

Este es nuestro Alicante de otoño y de invierno. Es una provincia bella, mediterránea, seca pero llena de naranjas y limones. y algún algarrobo. Y mucha luz.

Eusebio Sempere (Onil, Alicante 1923 – 1985)

¿Los pueblos se pueden entender sin los distintos pisos y niveles que edifican sus paisanas y paisanos?

No todo ocurre en el litoral.