El gran poder del silencio se escucha de madrugada, y también en este lugar anfibio entre el espacio y el tiempo, la espera se libera de lo que va a venir y se convierte en un estado acabado con luz propia. No hay nada que esperar y el silencio se escucha. Estos son mis compañeros de viaje nada más levantarme, los algodones que me envuelven al nacer cada día. En este lugar anfibio se detiene todo, y la desnudez se hace presente. Más tarde entran el sol y la vida con sus prisas en mi salón, acompañadas de una agenda completa y alguna que otra zozobra. Mañana de nuevo, me esperará otra madrugada sin despertador, con el silencio que se escucha y esa espera que no necesita que algo llegue.
Poesía escrita en prosa.
Estás que te sales, Paloma!!
Gracias por hacernos disfrutar leyéndote.
Un abrazo
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Muchas gracias Marga
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Hola Paloma, no te había escrito hasta ahora, pero sigo todos tus comentarios, este último me ha parecido especialmente poético. Un abrazo desde Pamplona. Marga.
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