El rompecabezas en nuestro día a día

Louise Bourgeois

Te sacas el billete sencillo, y te metes en el baúl del presente. Te retiras durante un tiempo y respiras hondo. El baúl ni es pequeño, ni asfixiante, ni las paredes son muros pétreos. Son de rejillas como las celdas de Louise Bourgeois. Entra la luz, pero tú estás dentro del habitáculo. Es el único lugar donde quieres estar para ordenar y jerarquizar los distintos pedazos o piezas de tu pensamiento y de tu corazón. La vida es un rompecabezas, que lo tienes que combinar según etapas y momentos de tu vida ¿Qué figura componemos en este presente en el que vivimos y que mañana no estará? ¿Qué priorizamos? ¿Qué parte de parte de nuestro dibujo reservamos a la aventura, o a la seguridad? Y, si estamos en el duelo ¿Nos quedamos o nos evadimos? ¿Hacemos la pincelada más gruesa a la tolerancia, y “al dejemos la fiesta en paz “o nos sumergimos en el túnel del orgullo y el egocentrismo justificado? Nada sirve para siempre, pero lo que funciona es que en cada cada momento combinemos los pedazos o piezas de nuestra vida, según nuestros afanes o nuestras perezas. Cada una de estas partes tiene su importancia y su peso. Lo que interesa es que seamos nosotras mismas las que ordenemos nuestro rompecabezas. Mañana será otro día.

Nuestra mirada nunca envejece

 

La tarde fue generosa porque nos brindó la posibilidad de participar y ser testigo de algo nuevo. Lo novedoso es de agradecer siempre, también en la madurez. Coincido con el pensamiento de Juan José Millás  sobre las sensaciones y el paso del tiempo “en la vejez vuelves a tener percepciones de la realidad que tienen que ver con la adolescencia e incluso con la infancia, la vejez no es un proceso lineal; hay veces que a los 60 estás mejor que a los 50, no hay que hacer caso a las órdenes que te dicen que a los 65 eres viejo y a los 80 te mueres…Bueno, ya iremos viendo”. Eso, ya iremos viendoEstábamos en la playa y buscamos por Internet donde se convocaba la manifestación en Alicante ¡Y la encontramos! Y nos asombró la juventud de sus participantes. Fuimos testigos que en la defensa por el medio ambiente se estaba produciendo un cambio generacional. 

Seguimos teniendo cuerda para asistir a clases de yoga, sesiones de teatro, clubes de lectura o participar en excursiones en bicicleta, pero, sin apenas darnos cuenta, en algunas personas se van colando esas órdenes que menciona Millás y la queja y el pesimismo se instalan en nuestra mochila. Quizás sea porque sabemos que las cosas se acaban, y esa  lucidez vital la disfrazamos  a veces de escepticismo político ante un futuro mejor. Se añora el pasado, se desconfía del presente y el futuro es un caos. Y lo más grave, el futuro no tiene lugar, no tiene hueco. Vivimos inmersos en  el catastrofismo, como si fuera el primero de la historia. Creo que las cosas siempre han sido difíciles de cambiar, antes y ahora.

Egon Shiele (1888 - 1918)

Egon Shiele (1888 – 1918)

Es verdad que hay cosas que no cambian nunca, por ejemplo, nuestros ojos. Los ojos con los que nacemos son los mismos, y también nuestra mirada. Aunque cumplamos años nunca envejece ni rejuvenece. Si de niñas mirábamos a este mundo con asombro e ingenuidad, con más años, el asombro y la ingenuidad se pueden relativizar, pero no desaparecen. No es infantilismo ni incapacidad para enfrentarte a la realidad, es más bien intuir que el conejo puede aparecer en cualquier momento en la chistera.

Las manifestaciones siempre me han tentado cuando he tenido empatía por las causas. He acudido a lo largo de mi vida a muchas. Siempre me han sobrado los motivos, como a Sabina: la necesidad de poner tu granito de arena, la comunión con los que piensan como tú, la creencia en que se pueden cambiar las cosas, y también el gozo de ser testigo de algo importante. Hay canciones que componen tu vida, y manifestaciones que la articulan. Cuando estás dentro te da la impresión de que participas en la vida, de que no pasa sin más, y, en algunas de ellas intuyes que algo nuevo se está cuajando y tú eres testigo. También sorprende que cuando terminan y te incorporas al flujo de los ciudadanos que han estado al margen, te das cuenta de que todo sigue igual. Todo aparentemente es igual, menos tú. Has bebido una pócima con efectos a largo plazo y ellos no. Un tratamiento curativo y eficaz contra la indiferencia , el abatimiento y la desesperanza.

Estábamos en la playa y buscamos por Internet donde se convocaba la manifestación en Alicante ¡Y la encontramos! Jóvenes, jovencísimos portaban pancartas de cartón, con letras y consignas escritas a mano:  “Para cambiar el mundo, primero hagámoslo nosotros” “La Tierra habla y tú no escuchas”“Somos y necesitamos la Naturaleza, protegida”. Y los organizadores que sujetaban la pancarta de cabecera “Unides pel Clima” también jóvenes, jovencísimos. Esa fue la primera novedad de la pasada tarde, la juventud alicantina lideraba la cita contra el cambio climático como en el resto del mundo. Al acabar la manifestación ante el Ayuntamiento se vio un aparente  y simpático desorden, pero en realidad era frescura y falta de práctica. Era su primera vez.

Nos disolvimos como siempre se hace en las manifestaciones, sin prisas. Poco a poco nos incorporamos al ritmo de las aceras y los semáforos, tras invadir las calzadas por un tiempo, los policías ya no eran nuestros aliados ni nuestros guardaespaldas, se han disfrazado de nuevo de agentes de seguridad. Lo que hace unos minutos estaba permitido, cruzar un semáforo en rojo, ahora es causa de una sanción. Circulamos a la par y junto a los indiferentes, y como ellos nos sentamos en la terraza de un bar, donde mi acompañante y yo nos tomamos una cerveza gozosas de haber abandonado la playa, vencer  la pereza y ser testigos de algo nuevo. Al cabo de un rato pasaron a nuestro lado, exhaustos, pero satisfechos el grupo de jóvenes organizadores de la marcha contra el cambio climático, iban con los palos y los restos de pancartas sobre sus espaldas. Nosotras les miramos agradecidas porque portaban también la defensa de causas ambiciosas, cargadas de futuro. No son promesas que se puedan conseguir de la noche a la mañana, pero en ellas el futuro tiene su hueco y su lugar.

Puede ser que los tremendistas pregunten ¿Y, para qué sirve todo esto? Es posible que solo para seguir caminando. Muy saludable y necesario para frenar el envejecimiento prematuro.

 

Dedicado a mis acompañantes en las manifestaciones. Como en los viajes tienen que ser especiales

Mirando el mar en octubre

Kay Safe «Le Passage» 1956

No todo es igual al verano. El mar sí, pero no las circunstancias. No es lo mismo para una niña estar de vacaciones que un día de novillos o una mañana en cama con paperas en el mes de noviembre. La sensación de excepción tiene una magia y  un gozo que no tiene la regla. Lo difícil en el aprendizaje de un idioma son las irregularidades, si las dominas podrías decir que la lengua es casi de la familia, aunque sea un farol nos entendemos y pasamos por alto esa pequeña exageración porque valoramos el dominio de la singularidad.

En el fondo de todo está la capacidad de despegar los términos  que siempre van asociados y desencadenarlos para que cada uno respire a su aire. El mar no es solo vacaciones ni multitud, el amor no tiene que ser romántico, el matrimonio no lleva el sello de felicidad ni seguridad, los hijos no siempre cuidan a los padres ni estos se desviven por ellos. Hay madres e hijas, como padres e hijos egoístas que no salvan por encima de todo los lazos de sangre. Los hermanos no siempre son fraternos. El trabajo tampoco te da sentido a la vida, ni la religión. Los vecinos pueden ser majos o no. Y los lazos de amistad pueden acabar porque los afectos tienen fecha de caducidad. Y no siempre se mantienen las amistades de la infancia. 

Edward Hopper «Habitación junto al mar»

Contemplas el mar a destiempo y es mucho más intenso que cuando está lleno de sombrillas y toallas. Si estás sola, todo es más lúcido, no necesariamente más dramático. Asociar la soledad al desamparo es como vincular la sociedad a la organización. Siempre hay irregularidades en la regla y a veces pesan tanto, que la norma no tiene donde caerse muerta. Por eso a los doctrinarios, a los seguros y a la rutina les es tan difícil vivir en estos días. Los términos encolados con el pegamento de la normalidad se han desjuntado, y así hay que vivir hoy en día: como un náufrago aceptando la regla como tabla de salvación u otorgando a la excepcionalidad la chispa de la vida. Cada uno escoge o sigue la corriente hereditaria.

Nadie escapa de los genes y respondemos al estímulo como el perro de Pávlov. Es decir, que si nos ponen el hueso succionamos saliva, si nos ponen mar nos bañamos, si vamos de boda pensamos que somos testigos de algo grande, y si tenemos trabajo seguro tenemos la vida arreglada. Muchos piensan que todo esto es mejor que nada.  Otros, por el contrario,  se instalan  en la nada como si fuera el espacio natural y la forma de tejer la vida. Y esos hilos de la nada son muy diferentes a la regla y a  la norma. Cada uno escoge o es esclavo.

Contemplar el mar a destiempo es mucho más intenso y lúcido que cuando está lleno de sombrillas y toallas. Porque estamos fuera de temporada.

Un trayecto en taxi

¿Está libre? Sí ¿a dónde quiere que le lleve? ¿Esto es una parada de taxi regular, siempre hay aquí taxis? . Es que el sol me daba de frente y no distinguía los vehículos. Siempre voy en tranvía. La L3, la línea que va a Campello está con problemas y no funciona, y tengo que ir a Muchavista . Sí, es que ahora el tranvía se estropea a la menor de cambio, antes, con las antiguas vías, nunca se estropeaba ¿Está haciendo buen tiempo, aquí en Alicante? Estamos en el veranillo de San Miguel, ahora se llena de castellanos, vascos…y vienen a pasar todo el invierno. Estamos en “la millor terreta del món”, aunque se empeñen los del cambio climático en aguar la fiesta, y decir que vamos a peor, hoy he oido en la radio que el Mediterráneo se calienta más deprisa que el resto del mundo, que estamos en uno de los puntos calientes de la crisis climática. Mire usted señora, yo llevo en el taxi a mucha gente y aprendo mucho, una vez me dijo un señor que había leído bastante sobre el tema y lo que pasa exactamente  son cambios cíclicos y solares (no me atrevo a interrumpirle y no le digo que me leído el amplio reportaje sobre el tema en el trayecto del AVE y que científicos y expertos en el tema opinan lo contrario que su pasajero)

 

¡A qué viene tanta manifestación de niñatos! Bueno, tampoco está mal protestar ¡pero si luego son los del botellón! ¿usted conoce la plaza de Canalejas? ¿sabe como acaba cada fin de semana? Creo que los que se manifiestan van al botellón, pero luego reciclan los envases, ¡ojalá todos los del botellón fueran a la manifestación y reciclaran! ¿Y por qué no se dedican a plantar árboles? Mire usted yo que soy de la época de Franco planté tres árboles y mis hijas criadas en la democracia ninguno! Pues mire usted, yo y mis hijos hemos plantados árboles solo en la democracia y gracias a los ecologistas, creo que más o menos somos de la misma edad, y en mi infancia con Franco nunca oí lo de plantar árboles. Es que ahora se manifiestan por todo, el otro día oí que había una manifestación ¿Aquí en Alicante? No, no me acuerdo donde, una manifestación contra las casas de apuestas ¿Pero no estamos una sociedad de libre mercado? pues que abran lo que quieran ya, pero habrá que regularlo, no abrirlo cerca de los colegios, tener un control, regular ¿Regular en una sociedad de libre mercado?

Claro hay que regular, como ustedes los taxistas plantean con Cabify y Uber ¿No es así? Bueno, bueno señora se lo voy a explicar claramente, todo este lío de las licencias VTC lo organizó Zapatero ¿Zapatero? ya pero durante la huelga de taxistas en Madrid, la comunidad gobernada por el PP apoyó a Cabify y a Uber? Ya, pero es que hay una familia que tiene cierto peso en esto del Cabifay y claro…Pero bueno señora esta burbuja del transporte y de todo lo demás que padecemos viene de la época de Zapatero. Creo señor que se olvida de la Ley del suelo que aprobó el gobierno de Aznar en 1998 y que también favoreció la burbuja. Es que los políticos ya se sabe…Bueno, los políticos y los de a pie, que no somos políticos. Si solo fuera el problema de los políticos tendríamos muy fácil la solución.

Llegamos a mi destino, le digo al taxista que ha sido un trayecto muy agradable e instructivo, que hemos intercambiado ideas contrarias y en un tono moderado y respetuoso. No he añadido que comete un error al suponer que todos los que nos subimos a su vehículo somos de derechas como él, o pasamos de política, o no entendemos nada. Algunas personas cuando escuchamos en pocos minutos críticas a  los manifestantes contra el cambio climático, contra Zapatero, la democracia y añoranzas de la época de Franco y de las antiguas vías del tranvía, sabemos que quien nos habla es una persona de derechas o ultraderecha. Tiene todo su derecho a opinar así, pero tiene que saber que por tener el volante en sus manos, la pasajera que va detrás no va a darle la razón. Mucha parte de derecha, no toda, tiene esa osadía, pensar que las cosas son así de lógicas y aplastantes, y por lo tanto, verdaderas.

El mar nos ha acompañado parte del trayecto, tranquilo y brillante, con esa luz de la tarde tan cálida y luminosa, y también, por arriba, traspasando el techo del taxi y sobrevolando todo el recorrido mi padre, Justino. Sé que hubiera respondido con esa tranquilidad como yo he intentado hacerlo. De él aprendí su discurso y su buen hacer. Y, también la capacidad de responder.

¡Qué tenga buena tarde señor! ¡adios señora!